lunes, 26 de abril de 2010

LA SABIDURÍA



El verdadero hombre sabio es aquel que no está involucrado en el proceso de acumulación sino que está libre de él, de forma que se encuentra relajado y abierto a lo que el momento presente pueda traer.

Lo que surge de ese silencio es espontáneo y no está basado en la información y en las reacciones acumuladas.

Este silencio no se consigue, sino que es el resultado natural de la atención total a cada pensamiento, cada sentimiento, cada reacción.

En esta atención (consciencia pura) el proceso de pensamiento se disuelve y la mente queda vacía y abierta al momento presente. Cuando la mente está en silencio, lo que surge es la acción de lo espontáneo, no la acción basada en la información acumulada. Una acción así contiene algo sagrado y misterioso.


Ramesh Balsekar

domingo, 4 de abril de 2010

El asceta y la prostituta



En un pueblo de la India vivía en una choza un riguroso asceta. Frente a él, una prostituta visitada constantemente por hombres. El asceta llamó a la prostituta y la reprendió severamente:

-¿Qué forma de vida llevas, perversa mujer? Estás corrompida y corrompes a los otros. Insultas al Divino con tu comportamiento.

La mujer se sintió muy triste. En verdad quería llevar otra forma de vida, pero dadas sus condiciones era difícil. Así no pudo rehusar a su modo de subsistencia, pero se lamentaba de tener que recurrir a la prostitución y dirigía su mente al Divino cada vez que era tomada por un hombre. El asceta comprobó que la mujer seguía siendo frecuentada por toda clase de individuos. Tomó la medida de coleccionar un guijarro por individuo que viera entrar en la choza de la prostituta. Al cabo de no mucho tiempo tenía un montón de guijarros. Llamó a la prostituta y la recriminó:

-Mujer terrible, ¿ves esos guijarros? Cada uno de ellos representa un pecado.

La mujer sintió un gran dolor. Deseó profundamente que el Divino la apartase de su forma de vida y unos días después la muerte se la llevaba. También murió el mismo día el asceta, y he aquí que a la mujer fue llevada a las regiones más elevadas y el asceta a las regiones más inferiores. Cuando esto comprendió, el asceta protestó por la injusticia del Divino. Un mensajero de Vishnú le explicó:

-Te quejas de ser llevado a las regiones inferiores a pesar de haber transcurrido tu vida en mortificación y ascesis, y de que la prostituta sea llevaba a las más altas, pero ¿es que no comprendes que somos lo que cosechamos? Mira a la tierra. Allí está tu cuerpo, rociado de perfumes y flores, honrado por todos, cortejado por músicos y plañideras para ser incinerado junto al río sagrado con todos los honores. En cambio, mira el cuerpo de la prostituta, abandonado a los buitres y chacales, ignorado y despreciado. Pero, en cambio, ella cultivó pureza y elevados ideales para su corazón, y tú, por el contrario, de tanto mirar el pecado lo teñiste de impureza. ¿Comprendes, pues, por qué cada uno vais a una región tan diferente?