sábado, 6 de febrero de 2010

“Cincuenta y pico”.

Esta tristeza rara que amanece conmigo y no se va
Se pega como garrapata en el centro del pecho y duele
Pero es tierno, dulce
Juega en los espacios del recuerdo:
Con lo que ya fue, ya no esta, ya se hizo, ya no me queda
Ya no puedo. Ya pasó. Ya lo tuve...
…¿y ahora?
Soledad
Silencio lleno de ruidos de lo que está
De lo que permanece, de lo que vibra con el sol, los nubarrones,
la lluvia, la tierra, el smog, la polución, los olores.
Deseo: ¿de qué?
De todo y de nada.
De vida y de muerte, de quietud y movimiento
De arriba y de abajo, de volar y arrastrarse
De encontrar de amar de llorar de reír
Deseo
De lo que no me atrevo a decir a actuar a confesar a realizar
¿Cómo hacer para saltar hacia fuera y no quedarme atrapada en mi propio ombligo?
Enredada en el goce del laberinto de los agridulces hilos de la melancolía
Deshilvanarlos, sacarlos uno a uno,
Despejar el pecho, el hígado y la garganta
Aclarar la voz, el llanto y la risa.
Llegar a la carcajada y encontrarse con los otros
Salir a la calle
Salir a la calle y una vez más como antes
Agarrar a cachetadas a la mugre, al hambre, al dolor
Jugar
Poder jugar con lo que una tiene
Y no morirse antes que la muerte llegue.

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